• Matchbox

Versión analizada

Del gestor de ventanas en sí (ejecutable matchbox-window-manager), la 1.2, publicada en abril de 2007; aunque con algunos parches aplicados por la gente de Debian, el más reciente de los cuales data de marzo de 2012.


Captura de Matchbox

Y esto, amigos, es Matchbox. Ventanas maximizadas, abajo un panel con accesorios e indicadores, y arriba aparece desplegado un menú de tareas que permite escoger con qué ventana trabajar.


Otros accesorios:

Todos estos componentes cuentan con una rama de desarrollo más reciente (matchbox-window-manager-2, etc), que no he probado con detenimiento.

Página oficial

Estado actual

El autor original, Matthew Mallum, dejó el proyecto hacia 2007, y el trabajo continuó más tarde a cargo de otras personas. El desarrollo progresa hoy a un ritmo anémico, y hay piezas de Matchbox que no han recibido atención en bastante tiempo.

Tuvo cierto uso a finales de la década de 2000 en algunos dispositivos de Nokia, y probablemente en tablets y PDAs de otros fabricantes. Fue antaño parte de Maemo , un entorno basado en Linux y destinado a este tipo de aparatos. También despertó el interés de los responsables de Openmoko, que fue un intento —mayormente fallido— de crear teléfonos móviles con especificaciones abiertas y software libre. Actualmente Matchbox va camino del olvido, si bien algunas personas mañosas siguen pensando en él para instalarlo en Raspberries o centros multimedia.

Características resumidas

Esc. Virtuales Menús Iconos Temas Dockapps At. de teclado Barra de tareas
No Parcial 1 No No No

1 Sólo un menú de tareas. Existe un complemento para el panel que añade un rudimentario menú de aplicaciones.

Descripción

Hasta ahora hemos hablado de interfaces de escritorio convencionales, con ventanas flotantes —gestores de pila como IceWM, FVWM, etc—; o bien los más minoritarios gestores de mosaico, que dividen la pantalla en celdas y distribuyen en ellas las ventanas abiertas. Y ambas categorías están concebidas principalmente para ordenadores, ordenadores de verdad con teclado y ratón.


Captura de Matchbox

Matchbox con una apariencia personalizada, corriendo probablemente en un ordenador con pantalla pequeña; el sistema es iMedia Embedded Linux. (La captura no es mía: fuente ).


Matchbox, en cambio, se trata de un animal diferente —y no, a pesar del nombre no pertenece a la familia de Blackbox, ni tiene nada que ver con ella—: un proyecto nacido para dispositivos más modestos, con pantallas más pequeñas que el monitor típico o medios de entrada limitados. Me refiero a tablets, teléfonos móviles, PDAs y trastitos parecidos... En ellos manejar ventanas flotantes o desplegar largos menús no resultaría eficiente o ni siquiera factible, y se impone pues un funcionamiento distinto, que paso a describir a continuación.

La clave del asunto es que Matchbox sólo maneja ventanas maximizadas, que abarcan toda el área disponible en la pantalla. Y si hay varias abiertas, sólo una será visible en un momento dado; en tal circunstancia el usuario irá alternando entre ellas mediante el menú de tareas o algún botón o combinación de teclas, según las posibilidades del aparato en cuestión. Oh, casi se me olvida comentar que estas ventanas pueden dibujarse con decoración —si Matchbox se ha compilado con dicha opción—, y en caso afirmativo existen temas visuales que modifican su aspecto. Y... Bueno, esto viene a ser todo, al menos en lo referente al gestor en sí.

Porque para lograr entornos más usables viene acompañado de varios componentes opcionales. Existe un panel, que puede emplearse para mostrar iconos de inicio rápido para los programas más comunes o indicadores del estado del sistema. De estos últimos —llamados aquí applets— el proyecto original incluye varios, entre ellos un medidor de carga de baterías, otro para redes wifi, y otro más para informar de la carga del procesador y el consumo de memoria RAM. Una limitación del panel es que carece de barra de tareas y no sirve pues para acceder a las ventanas que hayan quedado ocultas; cuenta, en cambio, con un menú de aplicaciones.

Y tenemos además el «escritorio» —ejecutable matchbox-desktop—, concebido en apariencia para lanzar programas desde pantallas táctiles o similares. Todos los instalados en el sistema, y que puedan ser localizados siguiendo las especificaciones de Freedesktop —eso abarca casi cualquier cosa moderna, vaya—, aparecerán en listas de grandes iconos, clasificados por categorías: «Red», «Oficina», «Juegos», etc. En una sesión de trabajo normal este escritorio resulta accesible desde el menú de tareas del gestor.

Destacaría por último la presencia de un teclado virtual, Matchbox-keyboard, obviamente pensado para introducir texto en esos dispositivos que no tienen teclados de verdad, como la mayoría de tablets o teléfonos móviles.

La configuración del usuario suele guardarse dentro del directorio oculto ~/.matchbox, y se reparte por varios archivos de texto de fácil sintaxis: ~/.matchbox/kbdconfig para atajos de teclado, ~/.mbdock.session para los accesorios que figurarán en el panel, etc. Con los temas visuales, en cambio, el asunto se complica ligeramente porque vienen escritos en formato XML , engorroso y poco comprensible sin un mínimo de estudio.

Primeras impresiones


Captura de Matchbox

Esto es Matchbox-desktop, o el «escritorio»: todos los programas instalados en el sistema —los que respeten los estándares de Freedesktop, al menos— resultan accesibles mediante iconos, y aparecen clasificados por categorías.


Matchbox me intrigaba, pero también me planteaba un pequeño problema: se trata de una interfaz ideada para teléfonos móviles o PDAs, ¿qué provecho podría sacarle yo en mi ordenador de escritorio? ¿Tiene algún sentido manejar, de una en una, ventanas maximizadas en mi monitor de diecinueve pulgadas? Quiero decir, para valorar con un poco de justicia este gestor habría que darle el uso para el que fue diseñado. Porque uno no se compra un Lada Niva para conducirlo por autopistas y quejarse luego de que quema mucha gasolina; a cada cosa su función.

Y entonces me acordé de mi pequeño ordenador portátil, un EeePC del año 2008 que... Sí, es en efecto un ordenador, y no una tablet; pero con un teclado irritante, un touchpad execrable que quiero tocar lo menos posible, y una modesta pantalla de 1024x600 píxeles en la que vale la pena maximizar casi cualquier programa que se ejecute. Me pareció pues un buen candidato para probar Matchbox, no se aleja tanto de los dispositivos que Mallum tenía en mente cuando trabajaba en él.

En mi EeePC utilizo Bodhi Linux , y éste se basa en los repositorios de paquetes de Ubuntu. Y en ellos todavía figura Matchbox, separado en varias partes —una biblioteca de funciones comunes, el panel, el así llamado «escritorio», el gestor de ventanas básico, etc—; instalarlo debería haber consistido en un trámite sencillo, varias invocaciones de apt-get desde una terminal. Eso hice, en efecto, y al comenzar por fin mi sesión inaugural... Redoble de tambores... ¡Oh, los iconos del panel son borrones informes! Ah, tras darle algunas vueltas veo que este fallo ocurre porque esos paquetes de Matchbox se han preparado con una versión de Libpng diferente de la que guardo en mi sistema. ¡Yupi, qué alegría! Para corregir el problema acabé compilando yo mismo Matchbox-panel y varios componentes más. Ah, Linux, nunca cambiarás...

Naturalmente Matchbox parece simple y básico como un sonajero, y además se inicia con rapidez. Ventanas maximizadas, en efecto, y el panel y la decoración que añade el gestor ocupan sólo un poco del valioso espacio de la pantallita del portátil. Para saltar de una ventana a otra puedo recurrir al menú de tareas que aparece al clicar sobre los títulos. Es incómodo, como incómodo es todo lo que deba manejarse con un touchpad... De todas formas apenas uso este ordenador para leer de vez en cuando en Internet, y por lo tanto sólo acostumbro a abrir una terminal y un navegador: no espero pues tener que pelear demasiado con ese menú.

Eh, si de una ventana paso al «escritorio», ¡ya no puedo regresar! Porque desde ahí resulta imposible invocar el menú de tareas. ¿Pero qué coñ...? Reviso las listas de programas, con sus grandes y coloridos iconos, buscando infructuosamente algún control, algún elemento de la interfaz que me permita volver a mis ventanas abiertas: «nasti de plasti, colega», que decíamos en la época de los gramófonos. Bueno, uno siempre puede abandonar el llamado escritorio utilizándolo: es decir, ejecutando algo —qué sé yo, una terminal— desde él. Un poco más tarde descubrí la existencia de atajos de teclado para controlar Matchbox, hice las cosas bien y desapareció el problema. Además, mientras escribía este artículo me he enterado de que cargando el gestor con la opción «-use_desktop_mode decorated» el escritorio se dibujará como una ventana convencional, con un título desde el que desplegar el menú de tareas.

Y ahora debería ir adaptando Matchbox a mis gustos; sobre todo se me antojaba importante añadir mis aplicaciones favoritas al panel y configurar las teclas.

Usando Matchbox


Captura de Matchbox

Este cuadro de diálogo permite ajustar el orden de los accesorios del panel. Por lo demás la configuración del gestor sigue la tradición de Unix: archivos de texto ocultos, editados a mano.


Eh, ¡es práctico! Empecé mis andanzas con él sin muchas expectativas, y ya al segundo día comprobé con cierta sorpresa que no resulta para nada descabellado en mi pequeño portátil. Aprovecha bien el espacio de la pantalla, y con un poquito de configuración pude desenvolverme con relativa comodidad: básicamente uno va alternando entre ventanas maximizadas con [Ctrl] + N y [Ctrl] + P —en los dispositivos para los que Matchbox fue concebido supongo que estas acciones iban asociadas a alguno de sus botones, con unos conocimientos básicos del X Window System en principio debería ser fácil—, y ejecutando cosas muy ocasionalmente desde el panel o el escritorio.

Ahora, la condición básica para vivir felizmente con Matchbox es que hayan pocas ventanas abiertas, como mucho cuatro o cinco. A partir de ahí su manejo se complica: el menú de tareas no me parece exactamente ágil, e ir pasándolas de una en una con las combinaciones de teclas correspondientes tampoco es una solución ideal. Alguien pensará que, quizás, si todas las ventanas de la sesión resultasen accesibles desde el panel, al estilo de la barra de tareas de Windows... Recuérdese sin embargo que este gestor iba destinado a teléfonos, PDAs y similares; y en esas maquinitas casi nadie abre muchos programas al mismo tiempo, y sospecho que lo limitado de sus pantallas y controles hacen poco aconsejables interfaces que requieran precisión.


Captura de Matchbox

Una terminal —Terminology — a pantalla completa, como siempre en Matchbox. El panel puede colocarse también en vertical a uno de los lados de la pantalla.


Obviamente esas aplicaciones que se reparten por varias ventanas se convierten en una pesadilla bajo Matchbox. Estoy pensando mayormente en GIMP, claro, un ejemplo conocido por casi todos; yo también empleo esporádicamente el procesador de textos Ted , aunque a estas alturas de la vida, en 2018, se trata más bien de una rareza. Y, considerando las premisas del proyecto, así deberían ser las cosas: porque nadie en su sano juicio va a ponerse a hacer diseño gráfico en un Nokia N900 . Esta convención de una ventana por tarea, y sólo una visible en cada momento, se me antoja adecuada para esta clase de dispositivos.

El panel (Matchbox-panel) y el escritorio (Matchbox-desktop) son en realidad piezas independientes y no resultan imprescindibles, pero en mi opinión sí muy convenientes. He de señalar que algunos accesorios del panel —el indicador de batería y el de redes wifi— están anticuados y no funcionarán correctamente en Linux modernos, debido a los cambios ocurridos en los árboles virtuales de archivos /proc y /sys, que el sistema utiliza para dar información de diagnóstico.

Un detalle muy bien pensado lo encontramos en el manejo de ventanas temporales; ya sabéis, cuadros de seleccionar archivos, avisos diversos y otros diálogos que sólo se emplean una vez durante un momento fugaz. Matchbox los coloca en la mitad inferior de la pantalla, por encima de la ventana activa —se trata, de hecho, de la única circunstancia en que más de una ventana resultará visible—. Claro, esto depende también de que la aplicación en cuestión haya sido diseñada respetando los estándares necesarios e identifique correctamente estos diálogos transitorios: pero casi todo el software de escritorio más o menos moderno lo hace.

Matchbox no está concebido para combinarse con accesorios de terceros —paneles, menús, etc—; ninguno de los que he probado yo ha funcionado correctamente. Bastante lógico, por otra parte, en una interfaz dirigida a tablets y móviles que la gran mayoría de usuarios no querría modificar en profundidad.

La configuración no resulta realmente difícil, mas tampoco me parece intuitiva ni demasiado coherente. Al cargarlo desde una línea de comandos, el gestor en sí (escríbase matchbox-window-manager) contempla opciones de ejecución precedidas de un guión —por ejemplo, -use_titlebar—, mientras que el panel requiere dos guiones al estilo de GNU —como muestra, --titlebar—. Los temas vienen escritos en XML y modifican la apariencia del panel y la decoración de las ventanas..., pero no la de Matchbox-desktop, que se guía en cambio por el tema de GTK2 vigente. Supongo que no se esperaba que el usuario final lidiase con estas incongruencias, sino los responsables de adaptar Matchbox a cada sistema o dispositivo.


Captura de Matchbox

Como componente opcional tenemos un teclado virtual, concebido para dispositivos que carezcan de uno físico. Obviamente no tiene por qué estar en ruso.


Y hablando del escritorio... Éste compone su lista de aplicaciones buscando, como mandan las especificaciones de Freedesktop, los ficheros descriptivos que la mayoría de ellas deja actualmente en /usr/share/applications, /usr/local/share/applications, o también —en el caso de software instalado sólo para el usuario— ~/.local/share/applications. El proceso es automático y totalmente opaco; la única manera que se me ocurre de decidir qué programas mostrará implicaría trastear con enlaces simbólicos y directorios del sistema, y no merece la pena. Para añadir un poco de confusión, el panel cuenta en principio con un menú de inicio (Mb-applet-launcher), cuyos contenidos también se preparan sin intervención humana, pero siguiendo un método distinto en el que no he querido indagar. En fin, la ventaja de todo esto es que partes de una configuración usable desde el primer momento, sin tener que toquetear nada; ahora, no es fácil hacer cambios en ella.

Por último diré que el teclado virtual que ofrece el proyecto como complemento, Matchbox-keyboard, se me antoja bastante práctico. Va dirigido, naturalmente, a pantallas táctiles. Y yo pensé que no iba a servirme de nada en mi ordenador portátil, que ya cuenta con un teclado real —aunque malo—... No obstante, más tarde se me ocurrió que podría usarlo para escribir textos cortos con alfabeto cirílico, una necesidad que se me presenta ocasionalmente, sin tener que alterar el idioma del teclado de verdad: basta para ello invocarlo desde un sencillo script que ajuste del modo oportuno la variable de entorno $LANG.

Opciones de personalización

No muchas. Las más importantes para el usuario de a pie son los atajos de teclado, los elementos que figurarán en el panel y el tema visual del gestor. De estos últimos se distribuyen un puñadito, quizás cuatro o cinco, que difieren mayormente en los colores usados.


Captura de Matchbox

Esta estética azul se consigue eligiendo un tema diferente para la decoración de Matchbox, y otro de GTK2 más o menos acorde. En la pantalla, las características del Linux instalado en mi EeePC.


Una persona con conocimientos básicos de XML, edición de imágenes y algo de paciencia podría preparar sus propios temas sin demasiadas complicaciones. Parece posible jugar libremente con fuentes, colores, gradientes y proporciones... E incluso definir nuevos controles en la decoración de las ventanas; sin embargo, dada la limitada funcionalidad de Matchbox —sólo ventanas maximizadas—, eso no tiene mucho sentido.

Documentación

Con mi instalación de Matchbox se adjuntan varias páginas de manual, referentes al gestor de ventanas en sí y sus componentes más importantes —el panel, el escritorio, etc—. No explican gran cosa, sólo las posibles opciones de ejecución. Y ocurre que, como obtuve el gestor de los repositorios de paquetes de Ubuntu, sospecho que ni siquiera son obra de Mallum sino que las escribió por su cuenta la gente de Debian.

Lo que sí prepararon los autores originales fue una guía en línea bastante exhaustiva —léase, por ejemplo, esta réplica—. Muy recomendable, incluso necesaria, para cualquiera que desee emplear Matchbox de forma habitual; si bien adolece de alguna laguna o inexactitud.

Aciertos


Captura de Matchbox

Las ventanas temporales —en este ejemplo, el diálogo de bienvenida de GIMP— ocupan la mitad inferior de la pantalla y se sitúan en primer plano.


Inconvenientes

Conclusión


Captura de Matchbox

Aquí vemos a Matchbox en la misión para la que fue destinado: una PDA, en concreto una de las iPAQ que fabricó Compaq allá por 2000. (La captura no es mía: fuente ).


¿Tienes un ordenador de escritorio? Entonces no utilices Matchbox, no está pensado para ello... ¿Un portátil? Bueno, quizás, en algunos casos... En cambio, ¿una Raspberry que sólo usas para tareas ocasionales? ¿Un teléfono, o cualquier otro cachibache pequeño con pantalla táctil? Sí, ése es su hábitat natural.

De todas formas parece que el proyecto va muriendo gradualmente, y en sus repositorios de código apenas se aprecia actividad.

Descargas

Un par de cosas más bien anecdóticas:

Recursos adicionales

Matchbox: window management not for the desktop
Un artículo antiguo, redactado también por Mallum, que explica en profundidad el enfoque del proyecto y muchos entresijos técnicos. Atraerá a las personas más interesadas en el X Window System y su ecosistema de gestores de ventanas, que supongo el público natural de esta página; al resto probablemente no le dirá gran cosa.
Matchbox -- a small footprint window manager for embedded devices
En julio de 2002 Mallum explicó en este texto qué le empujó a escribir Matchbox, y describió las características fundamentales de su trabajo. Interesante, nostálgico.

 

Artículo escrito el 31 de julio de 2018.


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